miércoles, 15 de septiembre de 2010

La vida no es una puta película americana.

Contemplaba en un día asquerosamente soleado,
su movimientos, cuerpo conocido y a la vez extraño.
Esperaba una mirada, un lijero paseo de ojos cruzados,
sin querer, de esos que después hacen daño.
A veces el tiempo se paraba para contemplarla,
el viento era brisa tranquila que la mejoraba.
Estaba obsesionado, envidiado, desorientado...
Cuando la veía de nuevo, el mundo se paraba,
o quizás era mi corazón el que no andaba.
Un mundo que odiaba por no tenerla,
pero no podía salir de allí sin ella.
Ella era una droga, necesitaba mi dósis,
cuando no la tenía escribía poemas.
Así pasaban los días de mi vida, tristes,
aburridos, viendo sus manos con las de otro,
sus labios de sabor monótono, sus deseos del saludo
de cualquiera, pero no el mio.
Pensé ¿Quizás esté ella deseando mi sonrisa?
y me lanzé le sonreí y ella...
-AQUÍ VIENE LA PARTE DE DIFERENCIAR ENTRE UN REALISTA Y UN GILIPOLLAS ENAMORADO (SUPUESTAMENTE FELIZ):
Enamorado:
Ella me devolvió la sonrisa, tanto amor sentía de golpe,
que al día siguiente nos casamos y tanto follamos que tuvimos 17 hijos.(Pasa normalmente en USA)
Realista:
Aquella luz de su sonrisa se dejo ver,
pero sólo para levantar el labio superior de un lado,
sí, el labio del asco. Y allí se acabó la historía,
cuando todavía la miró siento que por mis venas corre
amor, rencor y aveces un poco de alcohol.